DIA 5: Faro de Stokksnes – Faro de Hvalnes – Fossárdalur – Litlanesfoss – Hengifoss – Seydisfjördur – Eskifjördur
Después de cuatro días de roadtrip por el sur de Islandia, nos esperaban los fiordos del este de Islandia, los fiordos con más encanto. El fiordo de Seydisfjördur es el objetivo de muchos viajeros, pero no podemos olvidarnos del resto de paraísos escondidos.
En la ruta desde Höfn hacia los fiordos del este de Islandia, nos encontramos yendo en paralelo a la costa, con parajes impresionantes, picos escarpados y mucho sol. De repente el tiempo cambió y el sol nos acompañó durante toda la ruta del norte. A lo largo de este viaje encontramos un sin fin de lugares que incitaban a bajar del coche y hacer pequeños descansos. La primera parada fue el faro y la playa de Stokksnes.
Stokksnes es una maravilla sin apenas turismo. Playas negras, montañas, acantilados y lagunas. Desde luego es uno de los secretos escondidos de Islandia. Para llegar hasta Stokksnes hay que pasar por una carretera privada, por lo que es posible que el dueño cobre un pequeño peaje.
Un poco más adelante nos encontramos con una de las rarezas del país, la Red Chair. Una silla roja más alta que una persona anclada al suelo contrastando a tope con el paisaje.
No nos detuvimos mucho y continuamos la ruta hacia los fiordos, hasta encontrarnos con el Faro de Hvalnes desde donde hay unas vistas increíbles. Detrás del faro están las enormes montañas. Pero lo que más llamó nuestra atención fue el lago que se forma a uno de los lados del faro, entre la playa y la montaña, es un lugar único para los fotógrafos empedernidos. Al otro lado del faro, largas playas negras que van hasta Laekjavik. Sin duda es una parada obligatoria para descansar y deleitarse con el paisaje.
Continuando por la Ring Road llegamos al pueblo Djúpivogur desde el que se cruza a la isla de Papey. Aunque nosotros finalmente no fuimos, es un sitio clave para ver frailecillos. A la isla hay que cruzar en ferry. Por lo que es necesario contratar una excursión con Papeyjarferðir por unos 60€, el trayecto hasta la isla dura 45 minutos. Dicen que incluso se pueden ver focas en los pequeños fiordos de la zona.
La siguiente parada fueron las vistas desde el mirador Nykurhylsfoss hacia la cascada Fossárdalur. A unos 17 km desde Djúpivogur se cruza un río y el desvío está claramente señalizado hacia Thodvegur. No tiene pérdida. Cuidado si pilla un día lluvioso porque puede resbalar y el terreno está algo inclinado.
Seguimos la ruta por la Ring Road y nos desviamos por la carretera 939, por el Paso de Oxi hacia la carretera 95. Posteriormente, tomamos la 931 para ver Hengifoss, ¡la única zona de árboles de toda Islandia!
Por fin llegó la primera ruta del día, 1,5 km de ascenso desde el parking para llegar a la primera parada, la cascada Litlanesfoss. Cuando empezamos a subir nos sorprendió ver que había una valla. Se puede pasar sin problemas y el cable no está electrificado. Lo único que piden es dejar la puerta cerrada al pasar.
La cascada Litlanesfoss se mueve entre los acantilados de columnas de basalto. Eso sí, ¡cuidado al asomarse para verla!!
Continuamos el ascenso, otros 1,5 km para llegar a Hengifoss. La segunda cascada más alta de Islandia, con sus 128 metros, está situada en un entorno impresionante que nos dejó con la boca abierta. Hengifoss está en un valle rodeado de columnas de basalto, no pudimos acercarnos mucho a la cascada debido al río. ¡Puede ser una de las pocas que no te empapan al visitarla! Al predominar la roca roja, parecen cañones sacados del oeste americano.
De vuelta a la carretera disfrutarás de unas magníficas vistas de la zona.
Ahora la parada era el pueblo de Egilsstadir tomando la carretera 95. Egilsstadir es un pueblo bastante grande donde hay supermercados y gasolineras para repostar. Desde Egilsstadir es muy sencillo llegar a Seydisfjördur por la carretera 93.
A tan solo 8 minutos de Egilsstadir, te recomendamos los Vök Baths, abiertos a final de 2019, son unas piscinas flotantes en el lago Urridavatn, si miras sus fotos seguro que te apetece tanto en verano como en invierno con el lago helado. Precio 5000 ISK (33€ aprox.). Desde siempre, estas aguas termales fluían en pleno lago, por lo que el lago se congelaba entero pero este punto quedaba intacto. Hasta su descubrimiento, los vecinos pensaban que había algún tipo de monstruo en las profundidades.
El camino es impresionante, lleno de cascadas hasta llegar al mirador de Seydisfjördur. Hay un par de paradas obligatorias antes de llegar, la cascada Fardagafoss y la cascada Gufufoss.
Para llegar a Fardagafoss hay que continuar por la carretera 93 y estar pendiente porque el parking se encuentra a pocos minutos. Desde el parking sale una pequeña ruta de algo más de 2 km. Es cierto que no es la cascada más espectacular de Islandia y más aún si vienes de ver Hengifoss, pero es un paseo bonito.
Gufufoss se ve desde la carretera, al bajar por ella se queda a la espalda. Tampoco es de las más sorprendentes, pero se puede ver fácilmente.
Por la carretera 93, llegamos al mirador de Seydisfjördur, parada obligatoria por supuesto. Las vistas del fiordo y del pueblo junto con el río y la carretera son una postal irrepetible.
Mientras sigues bajando, siéntete como Walter Mitty mientras llegas al fiordo. Eso es, aquí se rodaron algunas escenas de la película La vida secreta de Walter Mitty.
Al final del fiordo encontramos Seydisfjördur, la ciudad más importante de los fiordos del este. También, en nuestra opinión es el pueblo más bonito de Islandia, con muchísima vida en verano, pequeñas tiendas de artesanía y vistas al fiordo. No podrás dejar de fotografiar el camino de baldosas de colores que llevan a la iglesia azul. En verano se celebra el Gay Pride Parade.
Indispensable relajarse como un local más en Kaffi Lára, El Grillo Bar o la terraza del Hotel Aldan.
Esta noche dormimos un poco lejos, en Eskifjördur un pueblo situado en un precioso fiordo, en el apartamento de un simpático noruego.